Es el tema recurrente. El de siempre. Ante la pregunta de ¿porqué se me cobra en el restaurante “x” si yo en mi tienda habitual lo compro a “y”? la respuesta admite múltiples variantes, tanto del punto de vista del restaurador como del cliente.
Teniendo en cuenta que un restaurante es ante todo un negocio y que sin negocio no hay restaurante, ¿cómo podríamos compatibilizar un buen servicio de vino (cristalería, conservación, variedad de vinos, información, …) con un precio adecuado para ambas partes?. Pero ¿qué ocurre además cuando pasión y negocio se unen?, ¿haría peligrar uno su cuenta de resultados por tratar al cliente como si fuera uno mismo?.En cualquier caso, y como todas las pasiones, el grado de locura siempre es un ingrediente imprescindible.
Convirtámonos en apasionados de nuestra profesión y no obviemos alguna que otra locura…eso sí con la prudencia de la dorada medianía de Horacio*. Nuestros clientes lo agradecerán.
* Odas, 2, 10
19 agosto 2005
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